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Las minas y yacimientos arqueológicos de Osa de la Vega los más estudiados hasta ahora por la investigación.

Estos minados, ya conocidos desde antiguo, fueron explorados por algunos de los primeros pioneros de la Arqueología del siglo  pasado, en donde precursores como Francisco Suay Martínez o Martín Almagro Basch se adentraron en la mina, inspeccionando sus galerías y espacios mineros, conscientes de su valor e importancia. Más recientemente, con el comienzo del estudio de la minería del lapis specularis, se excavó arqueológicamente un área minera en ‘Los Espejares’ en el año 1998, así como un pozo de extracción en 1999, y posteriormente en 2001 una mina en su interior, ‘La Condenada’, donde se encontró un tesorillo de monedas visigodas y se pudieron documentar distintas fases de ocupación, así como otros aspectos técnicos y arqueológicos. Estos trabajos y actividades han permitido contar con una amplia documentación y una información en base a la experiencia acumulada que ha ayudado en gran medida al desarrollo de la investigación y al conocimiento de esta particular minería del llamado Cristal de Hispania.

La Condenada’ cuenta así con las evidencias de las antiguas infraestructuras mineras romanas que posibilitaron su explotación, aunque parte de las galerías subterráneas y cámaras mineras se encuentran actualmente colmatadas de escombros o hundidas. La intervención arqueológica de 2001 buscó esclarecer algunos aspectos técnicos de su explotación en su ámbito interno, así como para conocer otros usos posteriores del minado, entre los que cabe destacar el carácter sepulcral y funerario de reutilización de la mina en época visigoda como necrópolis colectiva y como lugar de refugio o donde guarecerse, especialmente en momentos de inestabilidad y tiempos de crisis.

Así, se ha podido constatar desde su función como escondite por parte de buscados por la Santa Inquisición , como en el caso de Sebastián del Coso, vecino de Osa, que en 1610 dejó testimonio escrito de su estancia y paso por la mina con una inscripción incisa en uno de los yesos especulares, hasta episodios de nuestra más cercana Guerra Civil, donde el minado se utilizó como refugio por los contendientes de uno u otro bando. Igualmente, la curiosidad y atracción que despierta el medio subterráneo como lugar de ocultamiento de posibles tesoros, ha propiciado también en todas las épocas la entrada de visitantes ocasionales a la búsqueda de las posibles riquezas y bienes escondidos en la misma, así como episodios de exploración de la más variada índole y casuística.

El tesorillo de época visigoda de ‘La Condenada’

Durante los trabajos de exploración y topografía que se llevaron a cabo en ‘La Condenada’ se descubrió de manera fortuita, en el fondo de un pozo minero y al final de la galería minera ’77’ en el nivel más profundo de la mina, un triente o tremis del reinado visigodo de Egica y Witiza.

Una vez inspeccionado a fondo el lugar del hallazgo, se pudo comprobar que inmediato al mismo, se encontraba una pequeña galería minera disimulada y encubierta con un murete de arcilla y tierra compactada, que camuflaba la entrada. Con el paso del tiempo, la erosión y sobre todo los aportes de agua procedentes de las filtraciones, se destapó este acceso sellado intencionadamente, dejando así al descubierto la ocultación de un tesorillo numismático fechable en los últimos momentos del reino visigodo en España.

Tras el hallazgo de una segunda moneda en superficie y a unos escasos dos metros dentro de la galería que se ocultaba tras el muro y anexa al pozo, se procedió a realizar una excavación arqueológica, tanto en la galería mencionada como en otros sectores de la mina en los que había constancia de la presencia de enterramientos visigodos, que aprovecharon y reutilizaron la antigua explotación minera romana como particular y singular espacio de enterramiento.

La intervención dio como resultado el descubrimiento de un conjunto monetario enterrado a apenas diez centímetros de profundidad, con la aparición de un total de 15 trientes visigodos (algunos de ellos fragmentados).

Junto con este tesorillo, se recuperó también un tirador metálico oxidado, presumiblemente el asa de la caja de madera que contenía las monedas y que en la excavación apareció desintegrada, de manera que solo permanecía la impronta de los restos de la caja, que delimitaba el espacio que ocupaba la ocultación del tesorillo.

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Ya en este siglo, las intervenciones realizadas  han consistido en la excavación de varios tramos y cruces de galerías mineras, así como en la parte final e interior de uno de los pozos mineros. Los resultados indican que ‘La Condenada’, al igual que el resto de las minas de los complejos de Osa de la Vega, fue beneficiada en época romana en un breve e intensa explotación con un único momento de aprovechamiento minero en el siglo I d.C. El motivo del abandono de las labores mineras de Osa fue debido a su falta efectiva de rendimiento, ya que tras un corto período de explotación, se produjo el agotamiento de los filones de lapis specularis y la ausencia de mena beneficiable de los mismos. Por lo que, tras la etapa histórica romana, una posterior explotación minera fue solo posible a escala de aprovechamientos residuales o de minería de circunstancia.

Los complejos mineros romanos de Osa de la Vega

Osa de la Vega cuenta con dos complejos mineros de lapis specularis en su término municipal, denominados de forma abreviada como OV.I y OV.II. El primero se sitúa al sur de la población en el paraje de ‘Las Obradás’ o ‘Las Horadadas‘, nombres alusivos al resultado de los antiguos trabajos romanos que, con el paso del tiempo, desarrollaron un paisaje con hundimientos y depresiones del terreno. En él se han podido documentar e inventariar unos 25 minados de lapis specularis, aunque en época romana el número de minados sería seguramente superior. Estas minas se extienden a lo ancho del cerro en sentido y dirección este a oeste, en una línea diagonal con ligera orientación nordeste-sudoeste, que refleja la concentración y continuidad de los minados siguiendo el filón y la veta del mineral.

El OV.II está constituido por un único minado de nombre ‘La Vidriosa’, que se sitúa al este de la actual población de Osa de la Vega, muy cercano al yacimiento arqueológico del ‘Cerro de los Santos’, lugar de hábitat romano y en donde en el cercano paraje de ‘La Casa del Bosque’, aparecieron dos inscripciones romanas relacionadas con el culto a divinidades de época altoimperial y que posiblemente testimonien la presencia de un pequeño santuario rural o lucus en este entorno. Los epígrafes de las inscripciones, hacen mención a los dioses Liber Pater o Júpiter (el padre de todos los dioses) y al Dios Silvano, este último vinculado al culto sagrado de la naturaleza y los espacios silvestres.

Junto a la mina de ‘La Condenada’, se han identificado en torno a 25 minados más. De ellas, unas 13 permanecen en la actualidad abiertas y han podido ser topografiadas, permaneciendo accesible su interior en mayor o menor medida.  Sus desarrollos longitudinales del interior oscilan entre el kilómetro de ‘La Condenada’, y los escasos metros de recorrido subterráneo que alcanzan las minas más pequeñas, ya que en la mayoría de los casos, los hundimientos internos y las colmataciones imposibilitan conocer en su totalidad el espacio completo.

El yacimiento arqueológico de ‘Los Espejares’

Al pie de la ladera este de ‘Las Obradás’ se localiza el yacimiento de ‘Los Espejares’, que forma parte del complejo minero de lapis specularis OV.I y ocupa cerca de una hectárea y media de extensión dedicada tradicionalmente al cultivo agrícola. Tras la intervención arqueológica desarrollada y dado su interés patrimonial, en la concentración parcelaria que se llevó a cabo en el término municipal los terrenos fueron permutados, pasando a formar parte de los bienes municipales de Osa de la Vega.

Más información sobre la minería romana del lapis specularis en Hispania en www.lapisspecularis.org

Actualmente, el yacimiento es un espacio público que se ha habilitado patrimonialmente mediante la puesta en valor del mismo, con la recuperación y protección de uno de sus antiguos pozos mineros, junto a la exhibición de una serie de paneles gráficos e informativos. Las excavaciones y trabajos arqueológicos durante los años 1998 y 1999 revelaron la existencia de un área de trabajo minero de época romana, con una serie de instalaciones auxiliares de almacenaje, así como de un centro de tratamiento y procesamiento del yeso especular extraído de las inmediatas minas.

Igualmente, se halló una zona metalúrgica donde se constató la presencia de varios hornos-fragua dedicados a la fabricación y a la reparación de las herramientas de hierro que precisaban para su trabajo los mineros romanos. Cercano a unos de estos hornos se localizó también el pozo minero de extracción de mineral completamente colmatado. Su excavación alcanzó una profundidad de más de diez metros, abandonándose los trabajos por motivos de seguridad. En el mismo se pudo documentar su relleno con restos del material de yeso sobrante y ya procesado y se recuperaron una serie de materiales arqueológicos adscribibles igualmente al periodo romano de las explotaciones y en concreto al siglo I de nuestra Era.